Comentario
Cuando el Maestro Mateo se hizo cargo de las obras de la catedral de Santiago las naves y el triforio estaban sin concluir, a pesar de la terminación que cita el Codex Calixtinus.
El extremo oriental de la cripta del Pórtico de la Gloria alcanza hasta la mitad del penúltimo tramo de las naves. También es sabido que el cómputo de los pilares de la nave mayor del "Calixtino" no es exacto. Parece, pues, que Mateo la alargó y concluyó. En el triforio la obra estaba todavía más atrasada y sus operarios han de afanarse en los tres tramos que preceden al pórtico, evidenciándose su labor sólo en los capiteles.
Su decoración es vegetal o figurada. En los primeros, más numerosos, destaca la variedad, tratamiento y tipos de hojas. De contorno rizado y recortado, con impresión de suculencia y frecuentes ejes perlados. Es lo que el profesor Pita denominó "hojas de col, sin duda embellecida, pero tratada con un afán de realidad insospechado". En alguno sale de entre la hojarasca de la esquina un personaje desnudo, imberbe y con ensortijado cabello que se apoya en unas hojas y salta sobre otra. El modelo fue repetido por un discípulo en el crucero de la catedral de Orense, e incluso en el claustro del antiguo hospital de peregrinos de San Nicolás de Barcelona, hoy en el Museo de Arte de Cataluña. Un tema empleado en Santiago en torno a 1180 en el primer cuarto del XIII según Ainaud, se repitió tan lejos a través de un artista viajero.
Otros capiteles de los pilares se decoran con un complejo entrelazo de tallos y hojas, con cuidada talla, que abrazan sirenas pájaro. Apoyan sus patas en el astrágalo y vuelven las cabezas hacia unos cachorros de león. El tema, por su belleza, significado y capacidad de variaciones, tuvo amplia difusión. En relación con un doselete del coro, está otro de los capiteles. En él se representan dos leones que luchan con dragones, la "mayor de todas las serpientes, y en realidad de todos los seres vivos que hay en la tierra", según los bestiarios. La labra es de gran calidad. En los capiteles de los últimos tramos del triforio, y además de los vegetales, destacan en el del sur otros dos tipos. Uno por la sencillez de sus anchas hojas, en dos órdenes y vueltas sobre sí. Sorprende su utilización aquí al comprobar que otros prácticamente iguales se encuentran en la girola de la iglesia del antiguo monasterio cisterciense de Moreruela (Zamora), contemporánea a Mateo, según Torres Balbás y Lamben. Indicaría la coexistencia de canteros de diferente formación y tendencia en las obras de Compostela.
Otro de los capiteles se decora con leones rampantes, afrontados y de testas torsionadas. Lo completa la hojarasca y cabezas humanas barbadas en la parte superior de los lados. La similitud con otro de la galería norte lleva a pensar que fueron labrados por un mismo escultor, no vinculado a Mateo, y activo desde antes de su llegada.
El más sobresaliente de los capiteles figurados y mateano se encuentra en el último tramo del triforio sur. Representa a unas leonas con su prole entre las patas y amamantando a un cachorro. Su ejecución es cuidada y expresiva.
También son significativos los capiteles de los perpiaños de la bóveda central en estos tramos. Unos reiteran las hojas de col, aunque menos cuidadas; otro repite las de estirpe cisterciense; y uno sorprende por lo inusual y aleccionador del tema: dos lobos devoran a un cordero que yace vencido.